Kant, que para algunos tiene mala prensa (se sabe que era un hombre aburrido), sintió una pasión cercana al entusiasmo por la Revolución Francesa. Sin embargo, ese mismo Kant negó a los ciudadanos el derecho a la revuelta contra el poder político y les dejó una única salida: la crítica.
Para Kant, la libertad se demuestra sobre todo en la reflexión pacífica de los ciudadanos. La libertad alcanza el estadio político que permite el uso público de la razón: en una democracia parlamentaria, evidentemente. Ese es el proceso ilustrado, eso significa Sapere aude!, esa es la salida de la minoría de edad del género humano. Y no es cuestión de ponerse impaciente.
Kant (que no Dios) les ofreció a los hombres la responsabilidad, pero nosotros hoy la tratamos a patadas. Cuánta alegría se distingue aún en el encadenamiento y el sometimiento a las pasiones. Cuán felices nos mostramos al reconocer en nosotros un prejuicio de cualquier tipo. Qué sentimientos altisonantes se descubren en la pertenencia a un bando, en llevar los colores, en alzar las banderas, en ser de aquí, de allá, hablar este idioma o el otro, aferrarse a la Iglesia o tirar piedras al Estado, aliarse con las civilizaciones en contra del género humano, ser mujer, indio, blanco, verde, gay, cavernario.
El mismo hombre que le negó legitimidad a la Revolución llegó a sentirse conmovida por ella. Los Derechos del Hombre y del Ciudadano, ciertamente, lo merecen. Una vez promulgados, los ciudadanos son responsables de sí mismos, mientras algunos guerreros notables o no tanto pretenden seguir revolucionados tirando piedras contra las patas de los bancos.
1 comentario:
Pienso que Kant se equivoco al no permitir que el pueblo reclamara sus derechos sin embargo ellos tenian el derecho de expresio. A el le gustaba tomar viagra online y vivir tranquilo
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