A Ségolène le están pasando por encima las encuestas. Además, últimamente se burlan de sus errores. Y, para colmo de males, en no-sé-qué canal la han llamado "La Zapatera". ¡Horror!
El filósofo francés André Glucksmann publicó hace varios días un artículo en el diario Le Monde, que luego fue traducido al español y publicado en (sí, adivináis bien) EL PAÍS. Glucksmann escribió el artículo para apoyar a Nicolas Sarkocy, o como se escriba, por representar a la "Francia del corazón", la que exporta - al menos, de palabra - el humanismo global y la fraternidad de los humillados.
Por la misma razón, yo, que no soy francesa, pero voto "de corazón" en las elecciones francesas y en las americanas - una, que tiene repartido el amor entre las dos revoluciones burguesas del XVIII -, anuncio mi voto por Ségolène Royal y su proyecto de democracia participativa y tribunales populares. Porque me mola el discurso demócrata radical de siempre.
La cuestión es que tanto Glucksmann como yo parecemos saber poco de política real. Seamos sinceros, yo sé menos. Pero las razones políticas del corazón son tan débiles como la bravitude de Ségolène y la audacity of hope de Barak Obama.
Por lo pronto, Ségolène ha hecho no-sé-cuantos debates democráticos de esos que a los radicales nos agradan. Y ahora ya se lanza a la política de masas y de propaganda. Bien, bien. Mandaré mi voto (por Ségo, naturalement) por correo cordial certificado.
El siguiente debate lo dejo abierto: ¿Barak Obama o Hilaria Clinton? ¿Esperanza o Ambición? ¿Negros o Mujeres? ¿O John Edwards, que fue candidato a vicepresi con Al Gore?
1 comentario:
Señorita, le informo que quiero ser como usted de mayor: demócrata, radical, pro-francesa y con fe ciega en el voto cordial por correo (Calderón dixit)
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