miércoles, 30 de mayo de 2007

My current obsession / La cruda irrealidad

La serie Nip/Tuck va de cirujanos plásticos y de locos que quieren hacerse la cirujía en Miami. Todo eso, combinado con diversas tramas rocambolescas y de cierto aire truculento. Sus "estrellas" son Dylan Walsh (Sean), Julian McMahon (Christian) y la maravillosa Joely Richardson (Julia), hija y casi fotocopia de Vanessa Redgrave, aquella actriz que, al recoger el Oscar por Julia precisamente, lanzó un discurso incendiario y fue vetada durante algunos años en Hollywood.

Como es obsesiva hasta extremos insuperables, la serie es particularmente atractiva para temperamentos tendentes a la obsesión. Las tramas dan giros extraños y a veces completamente increíbles; los personajes son retorcidos hasta la extenuación; pero, al mismo tiempo, se respira a través de la truculencia y el humor negro una verdad de esas que llamaríamos profundamente humanas. ¿Por qué? Por un lado, no suelen dejarse cabos sueltos; las tramas retornan una y otra vez en diferentes formas y, en realidad, todo dice lo mismo: envejecemos, envejecemos también moralmente (nos cansamos). Los toques de moralismo, alegremente dispersos aquí y allá (Christian es en realidad un puritano de muy señor mío, con toda su apariencia de lobo procreador; Sean a menudo resulta patético con su discurso humanitario), tienen un toque autocrítico, inacabado: corresponde al espectador reflexionar sobre el asunto, por absurdo que éste parezca, y sin embargo la trama siempre retorna para darnos otra puntilla. Por otro lado, está la labor de los actores, apoyados en personajes bien, excelentemente construidos: desde este punto de vista, la trama del adulterio de Sean es impecable; alguien como él, bondadoso y tierno hasta la repugnancia, sólo puede ser infiel con una enferma de cáncer que carece de pecho, algo que Julia, la mujer de Sean y portadora de los cuernos, comprende demasiado bien. La excelencia no está en que Julia lo comprenda, sin embargo; está en que nosotros comprendemos que Julia comprende. No sé si me explico: el espectador participa con sus obsesiones de la inacabable obsesión de los protagonistas.


Envejecemos, nos cansamos. Pero aquí no hay nada de Neil LaBute, abrazando la superficialidad del mal y de la truculencia. Al contrario: los personajes inspiran compasión, a menudo teñida tanto de admiración como de repugnancia; inspiran ternura, la misma ternura que ellos se provocan entre sí y por la que permanecen unidos en sus miserias. Nadie puede negar el toque humanitario de Nip / Tuck. Entre tanta sangre.


1 comentario:

Jose dijo...

mmmm la humanidad se muestra con la poca humanidad confesa de personajes que creen que esa es la unica salvacion y forma de estar posible hoy en dia?. Abrazandoextremos?... Ay.. tengo que ver más Nick Tup