jueves, 24 de mayo de 2007

Un ejemplo: Popper sobre la democracia

Para ilustrar la recomendación de ayer, pongo un texto de La sociedad abierta y sus enemigos sobre el principio democrático: en el capítulo 7, dedicado a la teoría de la soberanía platónica, Popper establece el principio opuesto de las instituciones democráticas, asegurando que
el principio de la política democrática consiste en la decisión de crear, desarrollar y proteger las instituciones que hacen imposible el advenimiento de la tiranía [...]. [E]n la adopción del principio democrático va implícita la convicción de que hasta la aceptación de una mala política en una democracia (siempre que perdure la posibilidad de provocar pacíficamente un cambio en el gobierno) es preferible al sojuzgamiento por una tiranía. (Las negritas son mías).
Y más adelante dice que constituye una actitud completamente equivocada culpar a la democracia por los defectos políticos de un Estado democrático. Más bien deberíamos culparnos a nosotros mismos, es decir, a los ciudadanos del Estado democrático.
Repitamos que es 1945. Sólo los alemanes, muchos alemanes, son culpables del fracaso de la República de Weimar. El texto de Popper retiene una invencible belleza; un texto escrito en pleno desastre europeo que es capaz de decir que la triste experiencia de ver la democracia derrotada únicamente demuestra que no existe en la realidad ningún método perfecto para evitar la tiranía. Pero esto no tendrá por qué debilitar su decisión de combatirla ni demostrará tampoco que su teoría [del principio democrático] es inconsistente.
En fin, una obra que los españoles haríamos bien en redescubrir.

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