Como miembra de la sociedad actual, me disgustan enormemente estos debates, sobre todo porque (para decirlo con una palabra que incorporamos de la teoría política feminista) invisibilizan la verdadera cuestión social y política de fondo. La invisibilización histórica de las mujeres responde a una situación de injusticia política y social que ha afectado no sólo a las mujeres sino a muchos otros grupos de la población, hasta el asentamiento de las democracias a lo largo del siglo XX. Las mujeres españolas, en efecto, no pudieron votar hasta 1931. Olympe de Gouges escribió la Declaración de Derechos de la Mujer y la Ciudadana en 1791, como respuesta a la declaración de los revolucionarios franceses en 1789.
La trivialidad de dirigirse a las miembras de la sociedad se descarga de toda responsabilidad en la comunicación y el uso del lenguaje. No es más que la ilusión de transformar voluntariamente la sociedad, por medio del poder institucional lleno de buenos deseos de paz y reconciliación. Así, en vez de dedicarse a conocer la historia y a explicarla a las jóvenes generaciones - así como a las jóvenas generacionas - nos basta con cambiar la palabra y ¡puf! Los negros no son negros ni hombres de color ni afroamericanos, son "hombres y mujeres que no pertececen al grupo dominante de blancos y blancas, protestantes y con dinero, que fueron transportados y transportadas desde el continente africano a todas las esquinas del mundo, caracterizados y caracterizadas por una pigmentación oscura que se asemeja ligeramente al café y cuyo origen está en la cuna de toda civilización". Prince es el artista antes conocido como Prince. El blanco - ese tío que yo no me he encontrado en ningún sitio, a pesar de haberlo buscado con ahínco - invisibiliza al negro, que a su vez invisibiliza a la negra, que a su vez invisibiliza al homosexual, que a su vez invisibiliza a la lesbiana, que a su vez invisibiliza ¡al blanco! Pocas veces se ha visto mayor irresponsabilidad e indiferencia en el tratamiento de las cuestiones políticas y sociales; desaparece el elemento sociopolítico por excelencia: la indignación que clama justicia a los vivos, en nombre de los vivos que sufren y en recuerdo de los muertos. Es este recuerdo el que impulsa, además, a los hombres a conocer el pasado, y a reformar las instituciones que tienen lugar en el presente.
Pilar Careaga dice que "el lenguaje está creado por el hombre, para el hombre y tiene como objeto el lenguaje del hombre". ¿Qué hombre ha sido ese, y dónde está? Supongo que ahora tiene la oportunidad de redimirse llamando por teléfono al Ministerio, con objeto de canalizar su agresividad. ¡Que dé la cara!
4 comentarios:
Un apunte sobre la superficie. Me zumban los oídos con la reiteración de palabras en masculino y femenino. Ciudadanos y ciudadanas, vascos y vascas. Claudico. Cualquier cosa antes que esa matraca y tanta irracional pérdida de tiempo. Por eso propongo un punto y final: el (di)bablino, el plural neutro con “e”. Les vaques, les niñes, les tontes, les ciudadanes, les vasques.
Todes humanes y ninguno invisible. (En unos años no sonará tan horrible).
Ay, me suena muy raro eso que dice. Tal vez sea necesario para la educación de la especie humana, pero a mí me suena a francés mal hablado, qué quiere que le diga, je, je.
Merde! Es verdad. Y acabaremos acentuando siempre la última sílaba...
Pero con todo y con eso voy a empezar a practicar el espagnaise, a ver si me entiendo.
Fíjate que ya hasta me harto de oirme a mí mismo despotricar contra lo políticamente correcto. No recuerdo quién fue el tout petit cretin que lo inventó, pero me revienne tgébocú (que es mi forma fina, que no políticamente correcta, de decir que me revienta las pelotas)
No hace falta afrancesar para ser lingüísticamente correcto: los ciudadanos, los vascos, las personas, la Humanidad. Qué coño importa si la palabra tiene un género u otro cuando todos sabemos qué demonios es.
Publicar un comentario