lunes, 19 de noviembre de 2007

Utopías

El sociólogo Zygmunt Bauman, del que usé - menos de lo que hubiera debido - su magnífico Modernidad y Holocausto para mi tesis doctoral, publica un extracto de su obra Tiempos líquidos en la revista Claves. Allí analiza la palabra "utopía" y remite su origen tanto a la obra de Tomás Moro como al juego etimológico que éste hizo entre eutopia o "buen lugar" y outopia o "ningún lugar". Tan sólo esta etimología - que Bauman califica de prudente - debiera iluminarnos sobre la alta valoración que actualmente concedemos a los distintos proyectos utópicos: la utopía es por definición irrealizable y, por ello, motivo de frustraciones de diversa índole.
Pues bien, Bauman sigue abonado a la crítica de la modernidad y del progreso, origen de todos los males. Pero no es este el momento de ponerse a analizar por qué no tiene razón o no la tiene del todo (no es momento porque estoy dormida, pero esa es otra cuestión, digamos que privada - de validez pero no de realidad). Lo que me interesa es destacar, por un lado, que Bauman tiene razón en su rechazo de las utopías en tanto en cuanto proyectos de felicidad que no pueden localizarse en ningún lugar; pero que quizá no la tenga en su condena global de la modernidad y de todas las teorías del progreso, lo cual le deja con la única salida de apelar a la moralidad premoderna en una línea muy similar a la heideggeriana (pero sin sus cinismos y sin sus aires de profeta): no es casualidad que en Modernidad y Holocausto Bauman use precisamente en un punto clave de la argumentación a Hannah Arendt. Pero también esa es otra historia. Para contradecir o discutirle esto a Bauman, lo mejor es acudir a Hans Blumenberg, que separa en La legitimidad de la Modernidad la idea del progreso de la idea de "autoafirmación" humana: "nosotros, humanos, podemos hacerlo", dice Bauman que es el origen de las utopías modernas; el progreso sería tan sólo una desviación, una especie de excrecencia de la nuclear autoafirmación moderna.
Pero, vamos: es una idea sobre la que podríamos discutir. Al igual que, al hilo de toda esta erudición que puede parecer frívola o solamente materia de pesados y pedantes, les remito a la siguiente entrada de Chiaroscuro, que mantiene un vínculo muy estrecho con este lío de la utopía y que presenta una evidente crítica a la ideología zapateril. Y, sin embargo, te quiero. O sea que no ando completamente de acuerdo ni con Bauman ni con la autora del claroscuro.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo no sé nada de Heidegger, así que te tengo que preguntar: ¿Qué es una moralidad premoderna?

No conocía la etimología de la palabra "utopía". Me ha parecido muy reveladora.

my blue eye dijo...

Por moralidad premoderna me refiero precisamente a aquello con lo que rompe la modernidad (hace poco puse un post, Neuzeit, donde recogía la opinión de John Stuart Mill al respecto): las sociedades tradicionales, ordenadas según el respeto a una jerarquía inerte e impuesta desde arriba, por mandato divino. En estas sociedades lo primordial es el respeto al orden social, al que el individuo siempre se encuentra supeditado. En este sentido, la modernidad lo es precisamente porque rompe con la idea de jerarquía y de orden del todo: lo que otro sociólogo y antropólogo, Louis Dumont, denomina el par jerarquía/holismo frente al igualitarismo/individualismo de las sociedades modernas. La ideología romántica que reaccionó contra el individualismo y el igualitariasmo modernos, y que engendró los nacionalismos que todos conocemos, proponía una especie de nueva vuelta a la unidad originaria, al mundo bien ordenado del pasado, a la tierra y al campesinado (ya se sabe lo de "sangre y tierra" propio del nacionalismo alemán).

Bauman habla de la tríada premodernidad / modernidad / postmodernidad por medio de tres figuras: el guardabosques, el jardinero y el cazador. En la descripción de Bauman: "la postura premoderna hacia el mundo era semejante a la de un guardabosque [...]. La tarea principal de un guardabosques es proteger el territorio a su cargo de cualquier interferencia humana; defender y preservar, por así decirlo, su "equilibrio natural"; encarnación de la infinita sabiduría de Dios o de la naturaleza. [...] Los servicios del guardabosques se basan en la creencia de que las cosas están mejor cuando no se tocan; en la época premoderna se concebía el mundo como una cadena divina del ser, una cadena en la que cada criatura tenía su lugar adecuado y su función", etc. La modernidad rompe con esta cadena divina al proponer construir un mundo mejor. La crítica de Bauman al mundo moderno, desarrollada en la figura del jardinero, le lleva a imaginar un mundo donde había algo así como una "responsabilidad natural" entre vecinos. No se trata de que Bauman diga lo mismo que Heidegger, sino de que algunos de sus argumentos llevan a conclusiones parecidas. En fin, espero haber aclarado algo la cuestión, aunque como siempre me haya embarullado más de la cuenta.

El propio Bauman

Anónimo dijo...

Gracias por la explicación, Lu. Prefiero ser jardinero antes que guardabosques! :-)

my blue eye dijo...

Yo también, jeje.

Spread your wings dijo...

Lo que se aprende contigo!!. Al leer tu entrada, justo iba a hacerte la misma pregunta que Ace.

Anónimo dijo...

En mi modesta opinión, la utopía tiene su razon de ser en el mismo momento en que se nombra. Siempre cabe la esperanza de que se den los cambios necesarios en la sociedad para que esa "utopia" deje de serlo.

Supongo que hace unos siglos era una utopía llegar a la luna o volar. Ahora nos parece una utopía el que no exista el hambre en el mundo o que todos vivamos en paz...

A lo mejor...

Lenny Zelig dijo...

Sí que hacen falta jardineros, pero es necesario que conozcan el bosque y amen las plantas.
Fdo.: padre Mundina.

Sursum corda! dijo...

my blue eye:

Me gustaría que explicaras, por favor, el fascismo y el nazismo.

Yo estoy explicando eso en otro contexto y creo que es una vuelta atrás hacia el orden estamental, pero dando papel en el juego a la masa urbana e industrial frente al campesinado y negando el de la religión como ideología del orden frente a las teorías de tipo biológico, moral o histórico del "hombre superior". Asume parte de los resultados del progreso pero tiende a crear una sociedad premoderna.

Me gustaría conocer tu opinión sobre esto.

Gracias por darnos ideas para pensar.

Juliiiii dijo...

Es demasiado tarde como para comentarte de alguna manera sesuda o, al menos, a la altura de tu erudita entrada... (aunque he de reconocer que era la tercera vez que intentaba leerlo...).

¡Un besote!

my blue eye dijo...

Hay pocas cosas más aburridas que estudiar oposiciones. Pero bueno: esa es la razón por la que me cuesta volver a escribir.

Me gustaría contestar a Sursum corda! apropiadamente. Sin embargo me encuentro en cierto estado de esterilidad, jaja. Ideológicamente el fascismo es un socialismo "de derechas", como él mismo explica. Tiene que ver con esa idea de la "revolución conservadora", es decir con una revolución (moderna) que sin embargo sirva para retornar a algo que se ha perdido (el orden estamental) y que se considera paradisíaco, feliz y justo. Pero ese aire revolucionario y también desesperado y nostálgico hace que el fascismo deje de ser solamente un fenómeno conservador y una ideología "de derechas"; el fascismo es radicalmente innovador, creador de un nuevo orden. Aunque ¿alguna vez pudo conciliar del todo la técnica moderna y la romántica restauración de un orden social perdido?

El historiador Zeev Sternhell, al que recomiendo sin lugar a dudas, remite el origen ideológico del fascismo a Georges Sorel, un pensador que precisamente se inspira en Marx ¡junto con Nietzsche! Marx sale totalmente deformado de la experiencia, claro está: la imagen de la huelga proletaria es solamente un puñetazo en la cara del capitalista, una estetización de la batalla que ya no tiene nada de dialéctica. En Sorel ya no hay una diferencia entre el proletariado internacional y el patriota musculoso que le aprieta el cuello al demócrata bonachón (al filisteo, al fin y al cabo).

En fin, el nazismo quizá se distinguiría por la trayectoria particular del nacionalismo alemán. Es evidente que el racismo, especialmente en la forma del antisemitismo, tiene un lugar preponderante. ¿Cuál es el alcance del antisemitismo francés, en comparación al alemán? En mi opinión, el nacionalismo alemán hizo primero del francés y luego del judío su opuesto, su héroe negativo. Además, nada tiene que ver el uso del francés "nation" con la palabra alemana "Volk", claramente étnica. No sé, no sé. ¿Qué piensan?