domingo, 4 de noviembre de 2007

Los muertos vivientes del comunismo

Lean la confesión del carcelero Hin Huy hoy en El País. Hace días publiqué una entrada sobre los campos de trabajo educacionales en Cuba, al que Jose respondió con una cuestión que llamó mucho mi atención: si la idea comunista es en verdad lo que hay en Cuba.
Bien, la cuestión entonces sería: ¿qué es la idea comunista, dónde está si está en algún sitio? ¿Acaso si no en la suave y voluptuosa Cuba, en la Camboya de Pol Pot (aunque sabemos que no, no puede ser), en la China de Mao, que ostenta el triste récord de matanzas administrativas por encima de las matanzas de Stalin y Hitler, en la Rusia leninista-estalinista? Quizá se encuentre en los textos de Marx, entonces, y allí haya algo todavía irrealizado. Aún no lo sé.
Lenin dijo que "el concepto científico de la dictadura no significa otra cosa que un poder ilimitado, sin leyes ni reglas restringentes, que se apoye directamente en la violencia" (citado en Shentalinski, Crimen sin castigo): una clara inspiración jacobina. Recordemos que la primera oleada del Terror no comenzó con la llegada del psicópata Stalin al poder, sino en 1918, durante la guerra civil, cuando el socialista revolucionario Kanneguíser asesinó - en la línea del tradicional asesinato político ruso - al camarada Uritski. ¡El socialista revolucionario! Las primeras víctimas del Terror fueron los enemigos de los bolcheviques, los socialistas, anarquistas, mencheviques, los demócratas. Luego siguieron, por supuesto, todos los demás que murieron: burgueses, campesinos, intelectuales y zapateros.
Gaspar Llamazares escribió también en El País el día 2 de noviembre su "Actualidad del Che", siguiendo cierta estela de la polémica entre un reciente editorial de El País que proponía olvidarse del icono, su comité de redacción (que consideró necesario publicar una nota oponiéndose al editorial) y un editorial del rival progre Público (pueden tener una idea del debate aquí). Lo que demuestra que cierta izquierda prefiere no desvincularse no ya del ideal comunista sino de sus antiguos héroes y mártires que lucharon - con las armas y no con las palomas - contra los socialistas (demócratas), los burgueses, los campesinos, los intelectuales, los zapateros.
Escribo desde la convicción de que usted y yo hubiéramos muerto.

7 comentarios:

boomer dijo...

Ese final me asusta...

Anónimo dijo...

Creo que lei hace poco en El País un artículo que hablaba del Che como un asesino y una figura con un lado muy oscuro. No sé si lo firmaba Rosa Montero.

Me preocupa más leer a Llamazares afirmar esto: "No se puede evaluar al Che desde los parámetros políticos y morales de hoy día". Me parece una de las frases más peligrosas que he leido últimamente.

El comunismo es una utopía hermosa y atractiva. También lo es el anarquismo. Pero también el fascismo tiene una base filosófica utópica, no? El caso es que aun no hemos descubierto un sistema de organización social que sea mejor que la democracia...

my blue eye dijo...

¡Exactamente!

Jose dijo...

Pero la izquierda y el comunisto no significa democracia ni mucho menos. Cuando leas el capitulo 2 de Ciencias Politicas ya lo verás jajajaja :)

A mi tb me preocupa mucho mas esa frase de Llamazares que subraya acerinox que cualquiera de Jimenez lOsantos.

Anónimo dijo...

Estoy con booMer, pero es que además me parece que esa frase no sólo asusta, sino que es absolutamente esencial y da en el clavo de algo que a menudo pasa desapercibido. Cuando personas a las que conocemos, con las que compartimos charlas de cafetería y litros de cerveza, risas y bromas y discusiones y cabreos, y luego abrazos para arreglarlos o sonrisas a tiempo o lo que toque... En fin, cuando esas personas que son nuestros amigos (o aunque sólo sean conocidos, qué más da) se empeñan en defender determinadas cosas y en asegurar que hubo (y hay) cuestiones que tampoco fueron (ni son) para tanto, tal vez no estén cayendo en la cuenta de que si esas cosas se hicieran realidad en el sitio y en la hora en la que están hablando es muy probable que su interlocutor no estuviese enfrente, sino encarcelado o exiliado o muerto. Suponiendo, por cierto, que aun compartiendo ideales con determinados regímenes llegasen ellos mismos a sobrevivir.

Quizá en el fondo podamos considerar que de algún modo es buena señal que la gente no se dé cuenta de eso. Significará, al menos, que aún somos capaces (la mayoría) de dar por hecho que la persona que está enfrente y discute con nosotros y no está de acuerdo tiene el mismo derecho a vivir que nosotros. Por más que nos gritemos.

boomer dijo...

Pues sí, pero en ocasiones ni siquiera la amistad, y por supuesto no los abrazos ni las sonrisas, han podido frenar una auténtica oposición entre dos personas que antaño discutían sólo con cafés por en medio. Supongo que se puede llegar a puntos desde los que no hay vuelta atrás, pero no creo que - al menos en mi caso - nunca haya conversado con nadie que estuviera a punto de atravesar esa línea.

my blue eye dijo...

Es que esa línea sólo se cruza - excepto en un par de casos patológicos - cuando una organización institucional sustenta e impulsa la matanza. Es el caso de los Estados totalitarios, donde precisamente lo lícito es matar a los enemigos, no discutir con ellos.

Os agradezco vuestras ideas e ideales ;).