En Crimen sin castigo, Vitali Shentalinski se lamenta por tantas lenguas cortadas de escritores rusos, "figurado y literal", desde que se innovó la policía política con Iván el Terrible, se mejoró con Pedro el Grande y se llevó a la apoteosis de delación y tortura con Koba-Stalin. Y dice, con ese estilo exaltado tan habitual de los rusos: ¡Y cuántos libros inéditos destruyeron sin hacer ruido, sin dejar rastro!
Vitali Shentalinski bucea en los "archivos literarios" de la antigua KGB, pero empieza su relato con los más antiguos escritores, como para rastrear la impecable tradición rusa de tortura y libertad exaltada. Primero fueron los popes ortodoxos acusados de herejía, los líderes de las revueltas campesinas, luego los conocidos Mandelstam, Tsvietáieva, Ajmátova, Gumiliov, etc. Fue Mill quien dijo, en Sobre la libertad, que todo poder era ilegítimo, y en La sujeción de las mujeres afirmó que la empresa de la libertad se opone siempre a la del poder. Pero no como en Rusia, porque Mill era inglés.
Hay quien le da más valor al libro quemado y a la estatua derruida que al hombre que se quedó sin lengua o sin cabeza. Ese hombre habló seguramente la lengua de la libertad, aunque no la escribiera.
4 comentarios:
Vaya lecturas. Con demasiada frecuencia los (indispensables) libros de Historia son relatos de terror.
Pues hablando de poder y libertad, pero desde otra perspectiva, confieso que estoy embarcado en un proyecto de abandono del ejercicio de poder (en mi modesto ámbito personal) en la mayor medida posible. Aún me quedan ciertas responsabilidades que no puedo declinar y que me impiden un abandono total de la autoridad, pero voy avanzando. Y desde luego me siento mejor y más libre.
Tú dirás que son conocidos, pero ese listado de autores rusos no los conoce ni tu padre :p
¿Qué tal las clases, o ya las has acabado?
Besotessssss
Ay menos mal, ya pensaba yo q era la única inculta aquí xD
Me ha gustado mucho el final. El otro día leí una reflexión de no sé quién en no sé dónde (viva la rigurosidad informativa), que decía que ojalá toda la violencia fuese contra el símbolo, y no contra las personas. Aunque no sé qué pensaría William Wallace de esto, seguramente él preferiría estar muerto antes que perder su libertad.
¿Ossip Mandelstam, Anna Ajmátova? Mandelstam era uno de los mejores poetas rusos que murió en el gulag después de haber dejado escrito un poema suicida (sin que esto sirva para ocultar a sus asesinos): "Lo único que oímos es al montañés del Kremlin, / al homicida y asesino de campesinos". Ajmátova está considerada una de las más grandes poetas rusas del siglo XX: "Desde lejanos días, yo nunca quise / que me compadecieran. / Pero por una gota de tu compasión / voy como con el sol en el cuerpo. / He aquí por qué alrededor está la aurora. / Voy yo creando milagros. / He aquí por qué." O los terribles versos: "Aprendimos a no encontrarnos, / a no mirarnos a los ojos, / y ni siquiera responderíamos / por lo que será de nosotros en una hora".
El marido de Ajmátova, el poeta Gumiliov, fue fusilado en 1921 por contrarrevolucionario. Su hijo Lev pasó años en el gulag siberaniano. A ella no se le permitió publicar durante años porque sus poemas no eran patrióticos, como a tantos otros; a ella la dejaron vivir, es cierto, a costa de matar a sus amigos y a su hijo, algo parecido a lo que hicieron con Boris Pasternak, el autor del famoso "Doctor Zhivago" (novela autobiográfica que, si recuerdan, David Lean llevó al cine y que contiene una de las imágenes más expresivas y condensadas de verdad de la historia del cine: una pequeña figura que parece ser Lara - o Julie Christie -, que ha protagonizado la melodía anímica de la película, se desplaza solitaria bajo un gigante fresco de Stalin).
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