martes, 25 de septiembre de 2007

Mill (y una) clases

Estos últimos días vivo, como se habrán dado cuenta, obcecada en la preparación de unas clases sobre Mill, que serán distintas a las que ya di en mayo pasado. Distintas porque se suponía que intentarían ser más serias y un símbolo de mi recién adquirido status social (Doctora), que impondría por sí solo autoridad y silencio en el aula. Todo este sueño se debilita, sin embargo, cuando compruebo el mar brumoso que se mueve pesadamente en mi cerebro al intentar organizar los contenidos de tres semanas y dedicarle, además, dos clases a la temida cuestión de la epistemología, que probablemente reduciré a solo una con la excusa del puente del Pilar.

¿Quién fue Mill? Fue el señor que aparece en esa foto, uno de los intelectuales más brillantes de la filosofía moderna y alguien a quien merece la pena leer hoy sin que a nadie se le caiga ni un trozo de la cara por la vergüenza. Este señor despreciaba los extremos, como Aristóteles; y a la vez deseaba enterarse de todo lo que se cocía por ahí y lo analizaba y lo medía hasta situarlo en donde él pensaba que correspondía (como Aristóteles también). Al contrario que Aristóteles, sin embargo, no expresaba un pensamiento demasiado sistemático e incluso a veces parecía que se contradecía: por ejemplo, pretendía ser liberal y a la vez medio socialista; defendía sin rubor las bondades de la democracia y a la vez criticaba duramente el nuevo credo igualitarista y sus consecuencias dogmáticas; despreciaba la mediocridad y a la vez defendía que en la medianía se podía ser feliz (lo que, según me permitiré recordar, constituye el fundamento ideológico del utilitarismo); defendía los derechos del individuo y a la vez reclamaba una justa distribución de la riqueza y una cierta unidad social.

Pero puede que nos preguntemos qué fue el utilitarismo. El utilitarismo fue un movimiento filosófico-político - como todos los movimientos ingleses, tuvo su lugar en la política y en la prensa, algo desconocido en Alemania (y a la vista están los resultados) - que defendía la utilidad no en el sentido de la conveniencia (hago esto porque me interesa) sino en el sentido de la felicidad (hago esto porque me hace feliz, pero la felicidad no tiene que ver solamente conmigo sino también con los que me rodean y, por ende (y en abstracto), con la humanidad entera). Mill se permitió decir algo que hoy en día sería un bofetón para aquellos que tanto se revuelcan en el pesimismo (corriente, además, muy influida por los apolíticos alemanes y que desgraciadamente se ha instalado en todo el continente):

En un mundo en el que hay tanto en lo que interesarse, tanto de lo que disfrutar y también tanto que enmendar y mejorar, todo aquel que posea esta moderada proporción de requisitos morales e intelectuales puede disfrutar de una existencia que puede calificarse de envidiable. (Mill, El utilitarismo).

Es decir, Mill se atrevió a decirnos a todos que, lejos de considerar que el mundo está hecho una mierda, vivíamos (algunos de nosotros, al menos) en un mundo feliz aunque susceptible de ser mejorado. En efecto, Mill habló de progreso, pero sin defenderlo a cualquier precio y sin caer en el burdo optimismo del futuro de un Comte o incluso de un Marx.

Pero Mill también dijo lo siguiente:
la tendencia general de las cosas a través del mundo es a hacer de la mediocridad el poder supremo en los hombres. (Mill, Sobre la libertad).

Lo cual, sin duda, daba la razón a los pesimistas que creían en la decadencia general del mundo.

¿Qué hizo Mill con todo esto? Escribió diversos libros, desde luego. Fue elegido para la Cámara de los Comunes y desde allí (además de en sus escritos) defendió el sufragio universal (pero con una representación proporcional a la educación, porque el señor Mill continuaba creyendo en el valor del conocimiento), el sufragio femenino y la igualdad absoluta de los sexos, la abolición de la esclavitud, la independencia de Irlanda, el control de la natalidad en la clase obrera, la educación y demás causas en las que creía.

Y, como conclusión, dijo: todo lo que aniquila la individualidad es despotismo.

Individualidad, no cultura: los derechos del individuo de cualquier cultura estaban por encima de todo, algo bien distinto de lo que se estaba ya diciendo en ese momento en Alemania.

11 comentarios:

Juliiiii dijo...

De Mill (a quien no tenía el gusto de conocer, ni física ni filosóficamente), me quedo con su utilitarismo optimista y hasta seleccionaría su frase para una cita.

Y también me ha gustado que fuera un hombre que se contradijera. Nadie es dueño de la verdad absoluta. Ni tú :p

(y quítate los miedos, si te preparas la clase como haces, arrasarás)

Nootka dijo...

Gris como el humo, no me refiero a Mill, sino al nuevo color de tu blog, querida, Mill ma ha parecido un hombre simpático, por sus contradicciones y por ser inglés. ¿Escribió algún poema? ¿Qué es lo del control de la natalidad de la clase obrera? Es una idea muy inhumana, me parece. ¿Y defendía la igualdad? ¡Qué raro!
De todos modos lo has explicado muy bien. Seguro que la clase es fantástica, avísame que voy y me dedicaré a poner caras para ponerte nerviosaaaaaaaa
jejeje
Besos.

boomer dijo...

Me encantaría ir a una de esas clases. Si les cuentas lo mismo que has puesto aquí, caerán rendidos a tus pies. Y si les cuentas otra cosa, también ;-)

Qué me leo primero de este hombre? Por Dios...

boomer dijo...

Por cierto, el juego de palabras del título es malísimo xD pero me estoy jhartando de reír xDDDDDDDD

Anónimo dijo...

Como ha dicho Juliiii, a mí también me ha gustado que Mills se contradijera. Siempre hay que desconfiar de las personas que creen tener una verdad absoluta y sin matices... Todo es, en el fondo, contradictorio...

my blue eye dijo...

Bueno, no todo es contradictorio o si no no se podría decir nada al respecto...

Mill no se contradijo nunca en su rechazo de los extremos; y tampoco negó que hubiera una única verdad que afectaba a todos los seres humanos, pero matizó que sólo teníamos la capacidad de aproximarnos a ella históricamente (es decir, manteniendo la idea de progreso) y dentro de la variación de respuestas individuales.

Lenny Zelig dijo...

Me gusta mucho más este diseño del blog.

Parece que en filosofía política están los que tratan de observar con la mayor atención y agudeza la realidad, y los que prefieren cerrar los ojos y soñar. Mill estaría en el primer grupo y de ahí su permanencia.

Habrá podido comprobar que en el blog de Paul sigue habiendo fantasmas. Lo digo en el mejor sentido de la palabra: personas que siguen visitándolo como sombras en una casa abandonada. A veces yo también lo hago para comprobar, a través de las estadísticas al final de la página, cuántos siguen acudiendo. Ahora comprendo que engroso la estadísitca y que también soy un fantasma.

Spread your wings dijo...

Recuerdo que,en primero de carrera, en una de mis asignaturas favoritas de la universidad:Sociologia Industrial, dedicamos varias clases a Mill, y era un autor que me gustó bastante, aunque, la verdad, desde entonces no he vuelto a leer nada de él (habrá que cambiar eso...).

Siempre me ha gustado su idea de que el individualismo es algo necesario para avanzar,porque,para mi, la riqueza de la variedad individual, el enriquecimiento mutuo,el "hecho individual" (por decirlo de alguna forma, que seguro que hay otra forma mas "filosófica" o correcta de expresarlo, a la que no llego...) que nos hace diferentes del resto, siempre contribuye al progreso, en una manera u otra.

También me parece, que la cita de Mill que has puesto, en la que habla de la mediocridad, sigue teniendo hoy mucha vigencia, porque todos los días nos encontramos con ejemplos que fomentan dicha mediocridad, yo en mi trabajo tengo cientos, aunque, como dices, eso a veces da alas a los pesimistas, pero, yo creo que esa mediocridad es posible combatirla de alguna manera,empezando por la educación,y muchas otras cosas, aunque,claro, al final, la voluntad individual también tiene mucho que decir ahí.

Yo también quiero ir a una de tus clases:nos juntamos unos cuantos e invadimos tu aula? ;-)

my blue eye dijo...

En general, el problema de la "mediocridad" social ha ido acompañando a la llegada de la democracia. Desde el momento en que se admitió que el pueblo llano, los pobres, etc. participaran en política y tuviesen derechos políticos, se temió que descendiera la excelencia de la vida pública y social. Ya Aristóteles, que defendió un régimen político similar a la democracia, tuvo sus dudas al "permitir" que ciertos trabajadores se hicieran ciudadanos; y aunque se lo "permitió" (filosóficamente hablando) a unos cuantos, siempre insistió en que esto era un mal menor y sólo un medio para la excelencia verdadera, la del filósofo que vivía en la ciudad. Aun así, Aristóteles decía que la virtud se encontraba en el justo medio, lo que en esencia coincide con la visión de los liberales sobre la moderación y la prudencia de la clase media.

Con la llegada de la democracia moderna, este miedo a la mediocridad se agrava por lo que tiene de integración de los pobres y las clases bajas. Lo curioso es que Mill defendió esta integración (sufragio universal, sufragio femenino) a la vez que buscaba la manera de defenderse contra ella mediante la representación proporcional (más votos según la educación del individuo; frente a las clases propietarias, que pretendían que los propietarios tuvieran más votos, Mill pedía lo mismo pero en virtud de la educación) y la protección legal y educativa de los personajes excéntricos.

En resumen: el miedo a la mediocridad es una constante en el cuestionamiento de la política democrática. Y tal vez Mill se pasó un poco al darle un valor casi místico a la individualidad, pero no cabe duda de que supo enfrentarse a los extremos y observar con agudeza la realidad, como dice di blasino; razón por la que su pensamiento sigue interesándonos.

nootka, Mill defendía el control de la natalidad en la clase obrera precisamente como una forma de elevar el nivel de vida y de obtener mejoras materiales. Y no andaba desencaminado; no hay más que ver el mundo en que vivimos. Mill no tenía problemas en defender la riqueza material y en que ésta se distribuyera de la manera más justa posible.

Por cierto, di blasino: acabo de entrar en el blog de Paul y, en efecto, veo que está lleno de fantasmas (y que un alma caritativa me ha explicado cómo poner enlaces en los comentarios).

Anónimo dijo...

No sabía de la existencia de este filósofo. (Ni de muchos otros, seguro). Pero tenía la idea de que las corrientes o pensamientos filósóficos eran unicos y en un solo sentido, en mi ignorancia mas supina. Es decir, pensaba que los filósofos habían llegado a un pensamiento final, a veces cambiante a lo largo de la vida de la persona, gracias al estudio de la vida, estudio de otros autores, abriendo nuevas perspectivas de la filosofía, en definitiva de la vida. Pero por lo que cuentas aquí, me alegra saber de que tambien son humanos, con sus dudas y dualidades, y que son capaces de defencer posturas que para un neófito pueden parecer contradictorias, pero quizás sean complementarias. Me alegro de que hayas escrito sobre este señor. Y en referencia a las clases... estoy seguro que lo vas a hacer muy bien. Me gusta oirte cuando hablas de filosofía y de otras cosas, eres clara y concisa. Y respondes a las preguntas de tus interlocutores de forma que estos no se sienten ofendidos ni tan ignorantes (lo digo por mi mismo) .-)) Mucho animo y hale... al curro¡¡¡

viagra online dijo...

Excelente, gracias por el post.
yo la verdad no tenia ni idea de que este senor existia, para parece ser que es muy interesante intentare buscar unos libros de el internet para comprarlos.
Gracias por el dato.