jueves, 5 de febrero de 2009

El Estado, obra del auxilio interno

En la entrada anterior, mencioné la oposición de Hobbes y Spinoza a la filosofía idealista de los antiguos, sobre todo de Platón. Este último escribió la República, donde Sócrates se dedicaba a discutir con una serie de señores - unos más irritantes que otros - acerca de la cuestión de la justicia. En el Libro I, se nos dice lo siguiente:
"habiendo la necesidad de una cosa obligado a un hombre a unirse a otro hombre, y otra necesidad a otro hombre, la aglorameración de estas necesidades reunió en una misma habitación a muchos hombres con la mira de auxiliarse mutuamente, y a esta sociedad hemos dado el nombre de Estado".
En esto coincidirá Aristóteles con su maestro: un hombre solo no se basta, de ahí la ciudad; el hombre es un animal político, que necesita asociarse y que encuentra en ello una especial fuente de significado (filosofía) y de riqueza (autosuficiencia). Pero la frase con la que Platón-Sócrates remata esta idea expresa a la perfección el ideal platónico: "Construyamos, pues, un Estado en el pensamiento".
Es precisamente esto lo que rechazan Hobbes y Spinoza varios siglos después. ¿Por qué? ¿Es por la nueva ciencia de la naturaleza que creen haber descubierto y que les hace sentirse mucho más cerca de la verdad de lo que estuvieron los antiguos? En parte, así es. También Hobbes quiere construir un Estado:
"mediante el Arte se crea ese gran Leviatán que se llama una República o Estado (Civitas en latín), y que no es sino un hombre artificial, aunque de estatura y fuerza superiores a las del natural" (Introducción a Leviatán).
Sin embargo, para construirlo es necesario comprender la naturaleza humana "para cuya protección y defensa fue pensado". Así pues, la primera parte del Leviatán de Hobbes se dedica al hombre, no a concebir la justicia: el hombre es movimiento corporal, esfuerzo. Algo parecido dirá Spinoza cuando hable del conatus: persistencia, auto-conservación. Y en eso el hombre no es diferente de otros animales.
Volvemos entonces a la noción de "auxilio interno" de la naturaleza. En el esfuerzo de persistir que somos, entre la razón y las pasiones que somos, damos origen al Estado. Dice Spinoza, en el Tratado político, que los filósofos "conciben a los hombres no como son, sino como ellos quisieran que fueran". Sus obras de teoría política están, pues, desbordadas y neutralizadas por la experiencia política real. Los políticos, en cambio, asumen los vicios humanos y lidian con ellos cada día. ¿Cuál es la tarea del filósofo-científico Spinoza? En primer lugar, comprender y explicar la naturaleza humana:
"he contemplado los afectos humanos, como son el amor, el odio, la ira, la envidia, la gloria, la misericordia y las demás afecciones del alma, no como vicios de la naturaleza humana, sino como propiedades que le pertenecen como el calor, el frío, la tempestad, el trueno y otras cosas por el estilo a la naturaleza del aire" (Tratado político, cap. I).
Sólo a partir de la explicación de la naturaleza humana puede edificarse un Estado que sea eficaz al asociar lo común de los hombres. Eficaz y justo, pues justo será lo que ese Estado legisle para ordenar la convivencia humana, en directa oposición al ideal platónico.

1 comentario:

Nootka dijo...

Me encanta tu blog, no lo conocía, volveré.