jueves, 8 de mayo de 2008

Educación

Durante la época del periodo especial (años 90), en Cuba se vivía con gran dureza, mayor de la que se observa hoy en día. Se conoce como "periodo especial" a la crisis que sigue a la caída de la Unión Soviética, agravada a su vez por el bloqueo impuesto por los Estados Unidos. En aquellos años, no sé ahora, los niños y los adolescentes tenían que ir a la escuela vestidos con zapatos negros y calcetines blancos, lisos y estirados hasta la rodilla. La gente que no podía reponer los calcetines se compraba unas ligas elásticas que se agarraban a la pierna, debajo de la rodilla, para que aguantaran los calcetines. Las escuelas exigían esa vestimenta en virtud de la uniformidad: todos iguales. Esto, que en España se hace en la mayoría de los colegios religiosos y en muchos colegios privados, allí tenía otro significado: la escuela es pública toda ella, y la uniformidad también, porque la sociedad entera milita en la ideología de la igualdad; y la igualdad impone obligaciones más que derechos.
Recuerdo que a mí me gustaba vestir de uniforme en mi colegio de las ursulinas madrileñas, entre otras cosas porque aquello me liberaba de la tiranía de la moda juvenil. Se hacía difícil darse cuenta de si este tenía más dinero que el otro o de si vestía mejor, aunque las chicas encontraban sus modos de distinguirse y de marcar las modas y las rebeldías, subiendo la falda tanto como era posible, o tratando de colar unos zapatos que no fueran negros. La mayoría ya no llevaban el baby - esa especie de bata de rayas que impedía mancharse el uniforme - pero a mí me encantaba. Los fines de semana, en cambio, eran el reino de los vaqueros y las faldas, celebrando cumpleaños en el Burger King. Se trataba de un mundo de criaturas supuestamente iguales, que acumulaban diferentes tácticas de rebeldía y distinción que luego pasarían al mundo adolescente en la forma de respuestas a los profesores y de la música de Guns N Roses y The Cure. Muchos años después, esos adolescentes tararean canciones de moda que llevan por honroso título la revolución.
Pero, durante el periodo especial, no abundaban en Cuba los zapatos negros y los calcetines blancos y, cuando estaban en la tienda, su precio era demasiado alto. En el preuniversitario, los profesores abusaban de sus cargos. Una de las maneras en que se fomentaba este abuso tenía que ver con el vestido. El abuso tenía que ver con la autoridad y la imposición del respeto, por supuesto. El Estado ofrecía el uniforme a los estudiantes, al menos uno; pero no ofrecía los zapatos y los calcetines, aunque sí exigía que fueran negros (los primeros) y blancos y largos (los segundos). Al comenzar el curso, cada uno iba a clase con los zapatos que tenía: zapatillas de deporte, lo que fuera. En la primera semana regañaban al alumno. En la segunda llamaban a la madre. La madre se acercaba a la escuela - que era interna y estaba en medio del campo, lejos de la población - y allí explicaba que aún no había podido hacerse con los zapatos negros y los calcetines blancos. El profesor amenazaba con mandar al alumno a casa hasta que no contase con la vestimenta apropiada, y la madre seguía tratando de encontrar los zapatos y los calcetines. Y así, eternamente, año tras año hasta que pasó el periodo especial.
Los profesores se encargan de educar a los jóvenes. En una sociedad comunista como la cubana, educarlos consiste en hacer que se vistan con la misma ropa y que reciten la misma poesía, cueste lo que cueste. Todavía las niñas hacen callar a los padres que susurran la muerte de Fidel. Mientras tanto, en España sigue siendo más fácil practicar la idea de la libertad que ser propiamente libre, si acaso esto último significa algo (aún no se sabe). Las chicas de mi colegio se subían la falda ante la mirada disgustada de las monjas, y hoy seguramente pasa lo mismo. Los psicopedagogos educan para la ciudadanía: niños, hay que ser libres y desarrollarse iguales y sanos en el seno de nuestro Estado unido y plural.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que el tema de los Uniformes de Colegio, es para sentarse a debatir un rato. Si bien no es correcto que los impongan, a mi entender, ayuda a disciplinar a los jovenes. yo asisti a un colegio con uniforme toda mi vida, y no me disgustaba en absoluto, al contrario, te sentias con una responsabilidad mayor, en cuanto al cuidado de la imagen.

my blue eye dijo...

Ciertamente, es para debatir un rato. Yo he asistido a colegios públicos sin uniforme, a colegios religiosos con uniforme (las ursulinas, durante sólo dos años), y a colegios religiosos sin uniforme. En realidad, ¡he asistido a muchos colegios! Y, sin duda, el uniforme tiene, en algunos puntos, sus méridos en la educación.

Me limitaba, por lo tanto, a sorprenderme ante las diferencias y las semejanzas del uniforme comunista y de los otros uniformes. En el caso del uniforme comunista, creo ver un problema muy grave en lo que respecta a la labor del profesor/educador. En el caso de los otros uniformes, no he querido entrar, es cierto.

Gracias por su comentario, por cierto.