sábado, 16 de agosto de 2008

Let's go to the gym!

Algunos dedicamos agosto, el mes tonto, al espíritu olímpico. Cualquier tiempo pasado fue mejor.

Yo nací en el Meditarráneo en 1976, el año de Nadia Comaneci. Aunque soy de diciembre, nunca me han gustado los juegos del invierno. Mi madre debió de emocionarse mucho viendo a la Comaneci lograr su perfect ten.
Sin embargo, mi gimnástico bautismo tuvo lugar en 1988, en Seúl, desde la tele gorda y fea de mi antigua casa. Allí caí rendida a los pies no sólo de Elena Shushunova y de Daniela Silivas, las dos rivales que venían del frío, sino de Svetlana Boginskaya, que tenía una mirada trágica y una plasticidad turbadora, o era quizá a la inversa. La cuestión es que Boginskaya no llegó a ser campeona olímpica, a pesar de que sus ejercicios en suelo estaban entre lo más cautivador que he llegado a ver sobre fondo azul.
Boginskaya volvió en Barcelona 92, con aquel extraño equipo unificado de la URSS en descomposición. Comenzaba el reino de las cheerleaders americanas y de los infantiles robots chinos, bajo cuya autoridad todavía nos encontramos cuando encendemos la tele en agosto, de madrugada. No sé por qué razón los totalitarios soviéticos y rumanos consiguieron llevar a sus gimnastas a aquellas alturas de belleza, pero luego nos dicen que la ética y la estética son lo mismo o que coinciden y yo no acabo de verlo por televisión: la precisión elegante era de las soviéticas y el ritmo desbordante de las rumanas, un combate de dibujos en el aire del que los actuales ejercicios de músculos y monerías - que las americanas han llevado a su máxima expresión peleando con las chinas - es únicamente un reflejo demacrado. El duelo de Silivas y Shushunova en Seúl no tiene igual ni ha vuelto a ser contemplado.
Aquí, la alegre Silivas en suelo: http://www.youtube.com/watch?v=mRQUx3V73zs
Aquí, la sobria espectacularidad de Shushunova, que ganó el oro: http://www.youtube.com/watch?v=mRQUx3V73zs
La victoria de Nastia Liukin ayer no puede emular las antiguas glorias de la gimnasia, pero se acerca. ¿No creen?